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18/01/2006 - Bolívia

EN COCHABAMBA, DONDE VIVIO HASTA AHORA EL PRESIDENTE ELECTO DE BOLIVIA

Viaje a los cocales bolivianos, donde Evo Morales nació como sindicalista

Es en Villa 14 de Setiembre, un pueblo que vive del cultivo de la hoja de coca. La enviada de Clarín recorrió la zona y habló con viejos vecinos del futuro presidente.

Carolina Brunstein. EL CHAPARE. ENVIADA ESPECIAL

No se puede andar muy rápido por este camino empedrado. No sólo por los saltos que da el auto en cada pozo, sino por el riesgo de que se cruce uno de los chicos que juegan a los costados o algún animal. Hay una humedad pegajosa y el sol busca asomar entre las nubes después de una de esas lluvias que llegan tan de golpe como se van. La vegetación abundante es símbolo del Chapare, esta región pobre, en el trópico de Cochabamba, donde nació el movimiento cocalero que tras años de luchas sindicales lleva a Evo Morales a la presidencia de Bolivia.

Se ve poco movimiento en Villa Tunari, el centro más poblado de esta zona. Es hora del almuerzo y los pocos comercios de este centro de tres cuadras por tres cuadras están vacíos. En este pueblo de calles poceadas y sin veredas viven unas 2.600 personas que en su mayoría subsisten con modestas cosechas de frutas y, básicamente, coca. El cultivo de esta planta es uno de los pilares del (frágil) sustento de quienes viven aquí, en casas construidas con troncos y hojas de palmeras. Fue precisamente de esas luchas sindicales en defensa de la hoja de coca que surgió Morales, impulsor de la despenalización de los cultivos, hoy limitados por ley a una determinada cantidad de hectáreas.

Hay pocos autos, y castigados por el tiempo. El que nos lleva hasta Villa 14 de Septiembre se sacude cuando enfila por un angosto camino de piedras. Las casas al costado del camino son todas muy parecidas: de troncos, elevadas más de un metro del barro y el pasto siempre húmedo. No tienen puertas, no tienen ventanas. Apenas unas barandas de madera y en algunos casos una clásica manta tejida de colores o un plástico para proteger de la lluvia.

Aislada y entre yuyos, hay una casa de unos 3 metros por 6, que ahora sólo habita un ejército de mosquitos voraces. Aquí vivió por años el presidente electo. Se sube por una escalerita hecha de troncos y ramas y está vacía. La casa tiene un lujo: techo de chapas. Saliendo, a un costado, la cocina, con el clásico horno de barro en el que cuecen sus alimentos los habitantes de esta zona y de este país, que aunque nada en gas, no tiene redes de suministro para la gran mayoría, que debe conformarse con bosta de animales para hacer fuego.

La iluminación es mínima, la mayor parte de las casas se sirve de las módicas lamparitas que cuelgan de la calle y los baños son galpones con agujeros en el piso. "El compañero Evo vivió acá mucho tiempo, con su padre y luego solo", recuerda el concejal Leonardo Marca, uno de los líderes de la confederación que agrupa a los campesinos del Trópico de Cochabamba. La casa más cercana está a más de 30 metros. Las únicas de material son las iglesias casi todas evangélicas y las escuelas.

El centro de Villa 14 de Septiembre son dos cuadras donde las cholas venden naranjas, empanadas y pollos frescos. A diez minutos de allí funciona la Radio Chipiriri, donde a la entrada un cartel saluda: "La voz soberana del cocalero boliviano".

La vida no ha sido nada fácil para los campesinos cocaleros, que desde comienzos de los 90 debieron enfrentar las políticas oficiales de erradicación de estos cultivos, impulsadas por EE.UU., que los vincula directamente al narcotráfico. La expresión más violenta de la embestida fue el Plan Dignidad, del gobierno de Hugo Banzer (1997-2001). Los subsidios prometidos para el reemplazo de la coca por otros cultivos nunca llegaron y las cerca de 60.000 familias que viven de esta planta no se resignaron a dejar de producirla. Es que no sólo es una fuente de ingresos, sino una tradición muy arraigada en las culturas quechua y aymara, mayoría en esta región.

Llegar hasta el Chapare no resulta sencillo. Hay que viajar unas cuatro horas desde Cochabamba, por un camino que zigzaguea entre cerros y ríos, y que en algunos tramos sería intransitable si no fuera por la ágil muñeca de los conductores. El asfalto se alterna con el ripio y los autos esquivan las piedras que se deslizaron por las laderas. Unos carteles verdes, al costado del camino, advierten: "Zona geológicamente inestable". Las lluvias, casi diarias aquí, lo vuelven aún más complicado.

Así y todo, esta es la ruta principal que une Cochabamba con Santa Cruz de la Sierra, dos de las ciudades más importantes de Bolivia. El movimiento es casi constante y un enjambre de vendedores ambulantes ofrece por las ventanillas de los autos y los micros frutas, sandwiches, guisos y bebidas. Este es el camino que tantas veces bloquearon los cocaleros en sus protestas. Y donde tantas veces fueron reprimidos. Por eso ahora en el Chapare se respira cierto optimismo.

"Mire, después de tantos años de sufrimiento, nosotros ahora sentimos que todos somos presidente", dice José Roni, oficial mayor de la alcaldía de Villa Tunari. Cuarenta y pico de años, pantalón y camisa gris, un gran anillo dorado, Roni cuenta que conoció a Morales hace más de diez años. "Yo vivía cerca de su casa, en la Villa 14 de Septiembre (un conjunto de casas humildes a pocos kilómetros de Villa Tunari), cuando yo era peón en un campo de coca y cítricos. Luego, muchos dirigentes pudimos tener nuestros propios terrenos y hasta llegamos a las alcaldías. Ahora alcanzamos la presidencia", sonríe con orgullo.

Afuera lo espera una chola de trenzas que viene a "carnetizar" (hacer el documento) a su "guagua" de pocos meses. Algunos hacen fila para otros trámites. Visten pantalones y camisas gastados, ojotas o sandalias que han caminado mucho. Ninguno parece apurado. cl

Fonte: Clarín