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24/01/2006 -

TRIBUNA

El mundo del trabajo necesita globalizarse

En un hecho sin precedentes, las corrientes sindicales mayoritarias del mundo se fusionarán para crear una gran central global de trabajadores.

Alberto José Robles.

El año 2006 se presenta como histórico para el mundo del trabajo: en un hecho sin precedentes las corrientes sindicales mayoritarias del mundo se fusionarán para crear una gran central global de trabajadores.

En efecto, dos de las tres agrupaciones mundiales de trabajadores, la CIOSL (www.icftu.org ) y la CMT (www.cmt-wcl.org ), se fusionarán junto a un importante grupo de centrales nacionales que permanecían independientes. El acontecimiento tiene como antecedente inmediato la creación de la Internacional de la Construcción y la Madera (ICM), el pasado 9 de diciembre en Buenos Aires.

La fuerte tendencia a la unidad de corrientes sindicales que estuvieron enfrentadas durante casi todo el siglo XX está señalando un proceso más profundo: la necesidad del trabajo de organizarse globalmente para poder incidir y negociar con un capital que ya se ha fusionado globalmente mediante redes computarizadas, por las cuales se desplaza a la velocidad de la luz, saliendo y entrando de empresas y países.

Hoy cualquier argentino sabe que su puesto de trabajo puede desaparecer de un día para el otro, porque el capital que lo sostenía se fue a otro lugar donde el trabajo es más barato. La mayoría de la veces la desocupación no es producto de la destrucción de un puesto de trabajo, sino de su traslado a otro país. En alguna parte del mundo alguien pierde un empleo, porque en otra parte del mundo alguien lo gana. Entonces, siempre hay un trabajador que pierde, con el agravante de que el que obtuvo el empleo lo hizo seguramente en forma precaria y al costo de reducir su nivel de vida y seguridad.

Por eso las políticas nacionales de crear "incentivos" para "atraer capitales" suele ser un juego de suma cero, en el que las poblaciones de los diferentes países terminan compitiendo a la baja. Esta tendencia mundial a "emparejar hacia abajo" no puede sino ampliar la brecha entre la pequeñísima minoría de personas que controlan los flujos de capital y el 90% de la humanidad que vive de su trabajo.

El trabajo necesita imperiosamente globalizarse si quiere revertir esta situación. Hoy, el 70% de la riqueza mundial es controlada por apenas 200 empresas multinacionales. Hace ya algunos años que existe una preocupación para controlar a las empresas multinacionales y exigir que el comercio internacional y los flujos de capital atiendan "la dimensión social de la globalización", para multiplicar (y no destruir) el empleo decente.

La primera década del siglo XXI tiene un tinte diferente, mucho más crítico y preocupado por el trabajo, del que tuvo la década del 90, caracterizada por la exultante propaganda de los beneficios que el "libre comercio" derramaría sobre los pueblos del mundo. La globalización del trabajo señala una etapa diferente. cl

Fonte: Clarín