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30/07/2006 -

ENCUESTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y LA OIT

El trabajo infantil involucra a más de 400 mil chicos de entre 5 y 13 años

Son el 6% del total de niños de esas edades. Una situación que acarrea graves riesgos.

Ismael Bermúdez

En la Argentina hay más de 400.000 chicos de 5 a 13 años que trabajan recolectando cartones, limpiando parabrisas, cuidando o lavando autos, haciendo malabares en las esquinas, vendiendo estampitas o mendigando en trenes y subtes. Y en las zonas rurales, "ayudando" a sus padres o conchabados en cosechas o zafras o en la cría o cuidado de animales.

"Todas esas actividades son frecuentemente negadas o no reconocidas como tales por los adultos debido a su carácter ilegal y, en términos más generales, por su precariedad e intermitencia y por la valoración social negativa que, en general, produce", precisa un reciente documento de la OIT (Oficina Internacional del Trabajo) al evaluar "la explotación económica de niños, niñas y adolescentes" en la Argentina.

El documento, de 124 páginas, se basa en la última Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA) de fines de 2004 cuyos datos desagregados se están difundiendo.

La Encuesta marca que entre el 5 y el 9 % de los menores de 5 a 13 años declararon haber trabajado en las regiones donde se realizó la medición: Gran Buenos Aires, Mendoza, el Noroeste (Jujuy, Salta y Tucumán) y Noreste (Formosa y Chaco).

Sobre un universo de 3 millones de chicos entre esas edades la mitad del total del país, casi 200.000 declararon haber trabajado al menos un hora en la semana que se hizo la Encuesta. Si se proyecta a todo el país, los niños que trabajan rondarían los 400.000.

La medición arrojó cifras y conclusiones dispares entre las zonas urbanas y las rurales. Así la OIT dice que "si bien la cobertura es importante en términos poblacionales, los resultados de la encuesta no pueden ser expandidos, ni a otras regiones ni al conjunto del país". Y agrega: " los trabajadores infantiles y adolescentes se desempeñan en actividades laborales muy diversas en lo que se refiere a carga horaria, condiciones laborales ambientales y la presencia o ausencia de padres o familiares que guíen su trabajo. Esto configura distintas situaciones de riesgo y vulnerabilidad que deben ser tomadas en cuenta al diseñar políticas de erradicación del trabajo infantil y de regulación del adolescente".

Los datos más sobresalientes de este trabajo son los siguientes:

En promedio esos chicos trabajan 7 horas por semana, pero "uno de cada 5 niños trabaja 10 horas o más" y "uno de cada 10 trabaja de noche".

"En la venta en la vía pública, el cuidado de personas o la realización de tejidos" predominan las niñas, mientras "en la recolección de papeles, cortar el pasto y hacer mandados tienen una mayor presencia los niños".

El trabajo infantil más común es el realizado como ayuda a los padres u otros familiares. Pero en ciertas zonas tiene mucha incidencia el trabajo por cuenta propia o para un patrón.

Uno de cada 4 chicos trabaja en "una situación clara de riesgo personal", en la vía pública y en medios de transporte.

En las regiones rurales uno de cada 4 chicos realiza tareas vinculadas al autoconsumo, como el cultivo y cosecha de productos agrícolas, cuidado de animales o construcción de vivienda propia.

 

Si bien el 97% de esos niños asisten a la escuela, el 18,7% registra "llegadas tarde frecuentes", el 19,8% "inasistencias frecuentes" y el 29,7% repetición de año o grado. "Estos valores casi duplican a quienes no trabajan".

Después de resaltar estos "indicadores de fracaso escolar o repitencia", la OIT dice que "existe un doble discurso que justifica el trabajo infantil por su "rol socializador" o como estrategia de sobrevivencia familiar.

Luego se muestra en desacuerdo respecto a que la responsabilidad recaiga sobre los padres. Para el organismo internacional es algo que resulta cuestionable, ya que en muchos casos el trabajo de los niños obedece a la forma de remuneración del familiar con el que trabajan. Citan como ejemplo "el pago a destajo", muy usual en tareas agrícolas, "y a que la propia actividad de los padres cae en la informalidad".

Fonte: Clarín